Proyectos Curatoriales
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martes, 31 de julio de 2012
lunes, 30 de julio de 2012
CURADURIA
Mi trabajo como critico de arte se encuentra comprometido con develar
los dispositivos críticos una ves que entendemos la práctica artística como
una “máquina
de proliferación de sentido” que participa en los procesos de comunicación
social, pero sobre todo comprendido no exclusivamente como un elemento de lo
cultural, sino como una arma que se funda en el dominio de lo óntico.
En un tiempo como el actual, “tiempo de crisis” profunda, es de vital
importancia inclinar el debate hacia el cuestionamiento de los estamentos de la
verdad tal como mantenía Kafka, que la estructura de una casa solo aparece
cuando la edificación esta en ruinas, o partiendo desde la lógica derridiana
que formula un continuo desplazamiento de las significaciones; éste autor,
invariablemente nos diría que “se escribe
a dos manos” por una parte cumpliendo la normativa que rige a los conceptos
y por otra parte se los disloca, descentrándolos hasta su diseminación. Esta puesta
en “crisis” del modelo canónico que
parte del “pensar desde las fisuras”,
desde la eventualidad de lograr tambalear las estructuras, para a partir de las
fisuras dejar ver estos nuevos universos interpretativos que dislocan o
erosionan el “modelo”, son muy
semejantes al “vivir peligrosamente”
del pensamiento nietzscheano, una forma de situarse en la inseguridad.
Así también el ir a la deriva, que encontramos
en la famosa “teoría de la deriva” del
situacionista Guy Debord se exterioriza como una técnica de paso ininterrumpido
a través de diversos ambientes, que se contraponen a la idea de viaje o paseo,
porque no miden los riesgos propios de quien domina el calculo de posibilidades
y las variables posibles, sino en donde el azar juega un papel primordial.
Mi búsqueda entonces esta vinculada con
encontrar prácticas artísticas que no encajan en el modelo de compresión para
reparar en los paradigmas establecidos, la que le dota al arte y a los
artistas, de una fuerza tal; posible de modificar la estructura ontológica del
mundo, así la práctica artística y su carácter anómalo se tornan una suerte de
“tropo” en el interior de una gramática
de la realidad.
Entendido así el giro epistemológico que
sufriría la estética irónicamente nos sirve como la vía de escape y a la vez la
única elección viable en el juego de la différance
que nos llevaría a pensar que “otro mundo
es posible”.
Hernán Pacurucu
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